No se si seguís la serie de televisión Monk. En un episodio de la serie, Monk, que es un detective que trabaja para la policía de San Francisco, viaja a un pequeño hotel donde se hacen unas jornadas vinícolas. La noche en que Monk llega al hotel, conoce a un extravagante personaje con el que mantiene una conversación. Durante ese encuentro Monk bebe unas copas de vino y, como no está acostumbrado al alcohol, se marea y se marcha a su habitación. Al día siguiente Monk pregunta en el hotel por el extraño que conoció la noche anterior, pero nadie en el hotel dice haberle visto; todo el mundo afirma que nadie con esa descripción llegó aquella noche.
Al final, el bueno de Monk, descubre que todo era un complot de todos los que había en el el hotel aquella noche para hacerle creer que nunca existió.
Os cuento esto porque con la ingeniería informática está pasando lo mismo. La palabra informática está siendo sistemáticamente eliminada con todo lo que tenga que ver con las ingenierías. Se ha creado un nuevo concepto, las tecnologías TIC, acrónimo de tecnologías de la información y la comunicación, con el que se trata de englobar todo aquello relacionado con la informática y las comunicaciones. El término informática se deja exclusivamente para lo relacionado con: mantenimiento de computadores, componentes de computadores, ofimática, accesorios de computadores, clases para uso del computador. Pero para nada relacionado con las ciencias de la computación, base de toda la infraestructura sobre la que se sustenta la era digital que nos toca vivir.
Esto no es fruto de la casualidad, sino que es el resultado de un plan (maquiavélico) pensado, meditado, estratégica ,táctica y sistemáticamente ejecutado.
Como todo plan, tiene un fin, una razón de ser, un porqué.
Para explicaros el porqué, os voy a contar una historia que, como dicen en los telefilms, es una ficción basada en hechos reales:
Nos encontramos en la sede de una todopoderosa corporación, formada por personalidades muy influyentes en todos los ámbitos sociales. En ella se está produciendo una importante reunión; de aquí saldrán unos acuerdos que marcarán el futuro de la tan poderosa entidad.
El cabecilla, la persona al mando, con gesto serio y voz cruda dice a sus interlocutores:
-Señores, el problema es muy serio.
se oye un alboroto en la gran sala.
-Ustedes saben, al igual que yo, que nuestro campo de actuación se está recortando. Así no podemos continuar. Debemos pensar en nuestro futuro.
Alguien no muy enterado y que acostumbra a preguntar para hacerse notar, replica:
-Pero que es lo que pasa, si hasta ahora nos va muy bien.
-Sí- responde el cabecilla- pero el mundo está cambiando a pasos agigantados y nosotros debemos evolucionar con él.
Se escucha un murmullo de aceptación.
-Bien, debemos mutar hacia un sector nuevo, que nos abra nuevas vías de actuación y nos permita intervenir en nuevos campos.
-¿Qué campos son esos?- se oye desde el fondo.
-La era digital, donde la ciencia de la computación, la informática, es el futuro. Debemos transformarnos, mutar, para conseguir presentarnos como los especialistas en ese campo.
De nuevo un murmullo se escucha, esta vez denota incredulidad.
-Pero- reflexiona uno de los asistentes- ¿no existen ya unos especialistas en ese campo?, como los llaman ¿ingenieros informáticos?.
-Sí- afirma el cabecilla.
-Pues entonces lo veo difícil- replica otro oyente.
-No necesariamente- responde el mandamás- si actuamos con inteligencia, con un plan perfectamente orquestado, sincronizado y bien trazado, nuestros objetivos se pueden cumplir.
La sala enmudece. Está esperando oír esos planes.
-Debemos cambiar la mentalidad de las personas, debemos cambiar nuestra forma de referirnos a las tecnologías que dominan el mercado. Debemos hacer desaparecer de nuestro vocabulario la palabra... - hace una pausa, para darle tensión al momento- INFORMÁTICA.
Desde aquí reivindico el término TIC: tecnologías de la INFORMÁTICA y la comunicación.
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